lunes, marzo 14, 2011

Unas líneas para Ignacio

... cierro mis ojos y allí lo veo, tirando de aquel enorme carro lleno de pescado traído por la "LLuch Arnau". Con el mismo esfuerzo con el que movía el voluminoso carro se había preparado durante años para toda una vida en el mar. Sí, ya sé que entonces ya pintaba y de vez en cuando hacía esas extrañas y enigmáticas figuras en las que mis pequeños buscaban sus juguetes.

Recuerdo una noche, tal vez de Nochebuena, en la que hablamos un buen rato. Luego mi mujer me preguntó sobre lo que charlamos y yo le dije que de todo un poco. Según mi mujer, Ignacio hablaba poco, era reservado y tímido. Pero como yo hacía hablar a las piedras, cómo no me iba a contar el bueno de Ignacio alguna de sus historias en el mar.

Lo recuerdo conduciendo un Opel, primero un Astra, más tarde tuvo un Kadett ranchera lleno de pinturas. Por aquel entonces el primer susto ya había pasado y estaba en plena recuperación. Pero su vida como él la había diseñado o como a él se la habían dibujado ya no podía ser. Aquella primera intervención le había dejado ciertas secuelas que le alejaban terriblemente del mar.

Ignacio poco a poco dejo de ser él para ser Nasio o Hacheh. Se refugió en la pintura, en la escultura, en el arte, aunque a veces también...

Ignacio, el primo Ignacio, venía a ver a los peques. Estos le volvían loco literalmente. A veces se aturdía, pero ¡quien no se iba a aturdir con esos dos pequeños terremotos que solo querían "juerga" junto a él!

Su bolsa de pescado no faltaba, como tampoco sus proyectos. Los montones de trozos de juguetes a punto de ser tirados eran para él el mayor tesoro habido y por haber. Como el orfebre que moldea el oro para hacer una joya preciosa... pero sus creaciones también lo eran. Y como tal tenían que ser vistas.

Recuerdo sus nervios y su emoción cuando consiguió montar una exposición en el pueblo; como también recuerdo el orgullo y la ilusión que les produjo a Marc y a Joel que los cuadros que iban a exponer pintados por ellos inspirados en los de famosos pintores como Miró, Sorolla o Paul Klee, iban a estar junto a los de Ignacio Lluch, "el primo Ignacio", uno de los artistas estudiados ese año. Recuerdo a los dos haciéndose unas fotos en la entrada de la exposición, junto a la foto de Ignacio un cálido pero lluvioso domingo de finales de mayo del año 2008, de eso aún no hace ni tres años.

Se que yo no era su mundo, pero a veces entraba en él como el encargado en ayudarle con esas mágicas y a la vez diabólicas herramientas que eran los ordenadores. Cómo no recordar esa pantalla que apagada parecía un cuadro moteado de salpicaduras y que encendido era un auténtico tormento para una persona normal, pero no para él. Él era especial y ese era su mundo particular.

Hasta que no echamos la vista hacia atrás no nos damos cuenta de la evolución que llevó. Siempre he pensado que su interior fue un auténtico mundo de contradicción. Un arma arrojadiza contra él mismo y que usó arrojándosela más de una vez. Cuadros de auténtica paz en los que caras horrorizadas y hasta doloridas intentaban emerger buscando su sitio, buscando el aire que les devolviera la vida. Recuerdo esa contradicción plasmada hace un año, el día que celebramos los 90 años del abuelo Ignacio. Como se había esforzado en hacer un delicado y sentimental trabajo de recuerdos del abuelo a la vez que sufría y se dejaba llevar porque esa misma semana le habían comunicado que el tumor había vuelto a aparecer, 5 años después: "Va, si las noches de juerga loca no me han matado, esto no lo hará".

Pero esta vez el enemigo iba demasiado en serio.

Hoy, esta noche, todos estaban con él. Esta noche era su fiesta. Pero la fiesta de esta noche era una fiesta muy triste, porque era la fiesta de su despedida. Una triste alegría o una alegría muy triste. Todos, por un momento, hemos sido Ignacio. Para algunos Nasio, para otros Hacheh, para mí el primo Ignacio.

Jo, si yo estoy triste por él y por los demás, como no estarán los que lo conocieron desde el principio. Los que jugaron con él a hacer fallas con trozos de madera para luego quemar en una hoguera. Los que jugaron con su osito, un osito como el que tuve yo de pequeño y que yo al igual que él también conservo.

Ignacio se va. No lo hará para siempre, porque queda toda su obra y todo su recuerdo, pero se va poco a poco. Es esa impotencia de no saber qué o cómo hacer. Qué decirle a la pobre de Úrsula, que como agua entre sus manos se le escapa. Qué decirle a Paco, con su flamante nueva barca, ya no tan nueva y que Ignacio nunca gobernará. Se despidió de la "Lluch Arnau" para darle una nueva barca de fibra a su hijo y en la que su hijo nunca pudo trabajar. Y qué decirle a la buena de Patricia. Inseparable de su hermano en estos momentos tan duros. Tal vez esa mariposa de alegría que felizmente revoloteaba por entre todos nosotros no salga más de su flor del recuerdo...

Si yo estoy triste pese a haber compartido con él solo momentos buenos, como no han de estar los demás, que poco a poco se les va.

Quisiera liberarlos de tanto dolor, pero quién soy yo para pensar en su dolor o para quitarles su últimos ratos buenos junto a él.

No sé cuánto tiempo más estará entre nosotros, pero al menos hemos tenido más de 5 años de regalo. Todas sus obras de este tiempo. Todos los momentos compartidos, aunque no fueran muchos. Esas peleas con el ordenador. ese no venirme casi nunca bien, pues con 3 niños no es fácil tener tiempo para nada, pero siempre intentar no dejarlo tirado. Esos momentos con los niños, a los que solo quiere ver al menos una vez más. Esos ratos junto a Toni y él, los tres en mi casa, para hacer nada, pero estando juntos. Como los dos querían tener la razón en si tenía que acercarle a algún sitio con el coche o no. El único que traía a Ana y la sacaba a pasear. Pobre Ana, también.

Ignacio, tu recuerdo está asegurado y tu imagen viva. Tal vez tu mito empiece pronto. Genio en vida y un adiós muy temprano. Lo tienes todo para lograrlo. Que por los demás no quede. Seguro que algo te falta por hacer, no te preocupes, alguno de nosotros lo haremos... o al menos lo intentaremos. Ve tranquilo. Si el paso por esta vida es efímero y el objetivo es que nos recuerden, tú lo has logrado.

Grande Ignacio, grande Nasio, grande Hacheh...

Benicarló, madrugada del 4 al 5 de febrero de 2011.

...una semana antes de la muerte de Ignacio...

De la web www.jujosaro.net.