lunes, septiembre 26, 2005

Los escombros de Dios

Hace unos días cayó en mis manos esta pequeña joya. Su título es Los escombros de Dios y está escrita por Scott Adams. Tal vez algunos conozcais al autor porque también es el creador de Dilbert. Tal vez otros os podais interesar por él y otras de sus obras después de leer esta reseña.

Una de mis aficiones es la lectura y no he podido resistirme a descubriros este libro, que es tan interesante y entretenido como fácil de leer.

Una vez empezado es muy difícil parar de leerlo. Como dice la introducción, más que un pequeño ensayo, en realidad es un experimento mental, dirigido a personas que disfrutan cuando alguien provoca que sus cerebros den vuelcos en el interior de sus cráneos. Seguramente por esto, también se advierte que las ideas desarrolladas son inapropiadas para mentes jóvenes.

A continuación me gustaría destacar algunos fragmentos que me han llamado la atención. Os aseguro que hay muchos más que destacar entre su escaso número de páginas. Primero viene reseñado el nombre del capítulo y después el fragmento en cuestión.

La verdadera creencia


Lo máximo que puede hacer cualquier ser humano es elegir el engaño que le ayude a afrontar y superar su existencia cotidiana.


El generador de engaños


La mente humana es un generador de engaños. Estos engaños son impulsados por la arrogancia: la arrogancia de pensar que el ser humano es el centro del mundo, que nosotros y sólo nosotros estamos dotados de las mágicas propiedades de las almas y la moralidad y la voluntad propia y el amor.


La reencarnación, los ovnis y Dios


Los psicólogos clínicos han probado que la gente corriente alterará sus recuerdos del pasado para hacer que encajen dentro de sus percepciones. Es la forma en que todos los cerebros normales funcionan bajo circunstancias normales.


Los escombros de Dios


Sólo podemos actuar en función de nuestras percepciones, por muy erróneas que sean. A lo máximo que podemos aspirar es a ajustar nuestras percepciones —nuestros engaños— periódicamente para que cuadren mejor con nuestra lógica y nuestro sentido común.


La conciencia de Dios


La evolución no es la causa de nada; es una observación, una forma de clasificar las cosas en categorías. La evolución no dice nada acerca de las causas.

[...] Prácticamente nadie se cuestiona si Internet es deseable o no. Parece como si los humanos hubiéramos nacido con el instinto de crear y suscribir a él. El instinto de los castores es crear diques; el instinto de los humanos es crear sistemas de comunicación.


Características físicas del polvo de Dios


Si todo lo que contiene el universo desapareciera, no existiría nada que cambiar en comparación con otras cosas; por consiguiente, no hay tiempo.


La voluntad propia de un penique


Es cierto; la sencillez no es prueba de la verdad. Pero puesto que nunca podremos entender la verdadera realidad, si hay dos modelos que explican los hechos, es más racional utilizar el modelo más sencillo. Es una cuestión de conveniencia.


La enfermedad del escéptico


Es una tendencia humana convertirse en lo que uno ataca. Los escépticos atacan a los pensadores irracionales, y al hacerlo se vuelven irracionales.


La luz


Imagínate dos plantas. Una se coloca bajo luz directa y la otra está en la sombra continuamente. La planta situada bajo la luz experimenta más posibilidades porque vive más tiempo y crece más grande y fuerte. También morirá, pero no antes de experimentar muchas más posibilidades que su compañera en la penumbra.


Abejas curiosas


Deben elegir entre las posibilidades que tienen a su alcance: sentirse incómodas o vivir engañadas. Las abejas que opten por vivir incómodas se volverán desagradables para las demás, y acabarán marginándose.


Relaciones


Admito que no soy el alma de ninguna fiesta. Siempre que intento inyectar algo interesante en una conversación, todos se callan hasta que alguien cambia de tema. Creo que soy bastante interesante, pero nadie más comparte mi opinión. Toda la gente bien vista parece charlotear sobre cosas insignificantes, pero yo suelo tener cosas interesantes que decir. A la gente tendría que gustarle eso.

[...]Nadie ha seguido nunca los consejos de otra persona. [...] La gente cree que sigue los consejos de otros, pero no lo hace. Los humanos sólo son capaces de recibir información. Crean sus propios consejos. Si buscas influenciar a alguien, no pierdas el tiempo dándole consejos. Sólo puedes cambiar lo que sabe la gente, no lo que hace.

[...] Las mujeres se definen por sus relaciones y los hombres se definen por a quién ayudan. Las mujeres creen que el valor es el producto del sacrificio. Si estás dispuesto a sacrificar tus actividades favoritas para estar con ella, confiará en ti. Si estar con ella te resulta demasiado fácil, desconfiará de ti.

[...] Los hombres creen que el valor se genera por medio de los logros, y tienen objetivos para las mujeres en sus vidas. Si una mujer cumple esos objetivos, él cree que lo ama. Si no los cumple, él creerá que no lo ama.

[...] La gente no cambia para cumplir los objetivos de otras personas. A los hombres se les puede moldear en algunos aspectos insignificantes —en la ropa que llevan, el corte de pelo, los modales— porque son aspectos que no resultan importantes para la mayoría de los hombres. A las mujeres no se les puede cambiar en nada.

[...] Lo máximo a lo que puedes aspirar en una relación es a encontrar a alguien cuyos defectos no te importen.


Dicen que hay dos clases de tontos: una compuesta por las personas que dejan libros y la otra conformada por las que los devuelven. Suerte tiene el dueño del libro que pertenezca a los de la segunda clase.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por lo visto también te encantó el libro...lo estoy leyendo ahora ...creo que siguen las abejas..juju

pero en verdad es un muy buen libro...