martes, octubre 16, 2007

La importancia de saber puntuar

Había un apuesto joven dedicado a cortejar a tres hermanas. Un buen día, a éstas se les acabó la paciencia y le presentaron un ultimátum al joven: tenía que decidirse por una de ellas.

El afortunado galán les hace llegar una nota en mano a cada una, al tiempo que les anuncia que debe marchar urgentemente de viaje y, ya que no ha podido puntuar la respuesta correctamente, que sean ellas las que se encarguen de hacerlo.

Cada una de las señoritas se lanza apresuradamente sobre su papel que contiene la ansiada respuesta en verso. En los tres había escrito lo mismo:

Juana Teresa y Leonor
puestas de acuerdo las tres
me piden que diga cuál es
la que prefiere mi amor
Si obedecer es rigor
digo pues que amo a Teresa
no a Leonor cuya agudeza
compite consigo ufana
no aspira mi amor a Juana
que no es poca su belleza


Teresa no lo dudó ni un momento. Según su puntuación, ella era la elegida:

Si obedecer es rigor,
digo, pues, que amo a Teresa.
No a Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana.
No aspira mi amor a Juana,
que no es poca su belleza.


Leonor también lo vio claro. La elegida era ella:

Si obedecer es rigor,
¿digo, pues, que amo a Teresa?
No, a Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana.
No aspira mi amor a Juana,
que no es poca su belleza.


Mientras, Juana, tampoco tuvo ninguna duda a la hora de puntuar y de entender que la elegida era ella:

Si obedecer es rigor,
¿digo, pues, que amo a Teresa?
No. ¿A Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana?
No. Aspira mi amor a Juana,
que no es poca su belleza.


Hubo que esperar a que regresara del viaje el joven para que aclarara el enigma y le pusiera la correcta puntuación al verso.

Si obedecer es rigor,
¿digo, pues, que amo a Teresa?
No. ¿A Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana?
No. ¿Aspira mi amor a Juana?
!Que no! Es poca su belleza.


Ninguna de las tres resultaba elegida.

Al fin y al cabo yo lo coloco y ella lo quita. Pero si yo lo quito, ella lo caza" tiene, en la mayoría de los casos, mucho menos sentido que yo loco, loco, y ella loquita. Pero yo si loquito, ella locaza. Al menos en ciertos ambientes.


No sé a quién pertenece este texto. Lo he encontrado en un blog y también me lo han enviado por correo. En cualquier caso, que sirva para recordarnos la importancia de saber escribir correctamente, no sólo para evitar ciertos enredos sino para hacernos entender en cualquier situación.

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